Marta Cruz es vital, amable, emprendedora. Una verdadera argentina en Madrid. Tiene 88 años, hace 35 que vive en Madrid, 5 hijos, 11 nietos y 4 bisnietos. Además, es la madre de Gusto Argentino, una empresa familiar que comenzó comercializando el dulce de leche Chimbote en Europa. Nos sentamos con ella en su negocio de la calle Conde Duque 28, y contó su historia inspiradora.
-¿Por qué te mudaste a Madrid?
-Es que mi hija Marta Alicia Cruz, es la tercera, se casó con un dentista y en el año 85 se vinieron a Madrid, enseguida empezaron a nacer mis nietos, entonces esa fue la excusa para para venir, empezar una empresa de flores deshidratadas, que ahora se usan nuevamente. Iba y venía, y me fui quedando. Daba clases de flores preservadas, de adornos florales y de todo eso y duró hasta que las fueron trayendo de China. Yo también iba mucho a Buenos Aires, porque una de las cosas que hay que procurar cuando uno recién llega, y este es un consejo: hay que juntar la platita para ir de vez en cuando allá, porque se necesitan los besos, los abrazos de la gente y después venir de vuelta si se está contento en el lugar que se ha elegido para vivir, como era el caso mío.
– Es justamente un dilema, para quienes emigramos…
– No hay que tener miedo a volver. Hay que ir… sí. Hay que ir y comerse todas las empanadas que te van a servir, y además ese calorcito que tiene la amistad en Argentina, que es diferente, aunque yo tengo muy buenas amigas acá, pero es diferente. Por ejemplo: a mí me encanta que vengan mis amigas a comer a casa, no importa que implique trabajo ni importa lo que hay para comer. Acá es más ceremoniosa la invitación, o lo que siempre ocurre es que te llevan a comer a los restaurantes o a los bares.
– ¿Por qué crees que es así?
-Es diferente la forma que tenemos de agasajarnos entre nosotros, no estamos pensando que hay que poner manteles de encaje para hacer una invitación a una amiga íntima. Yo creo que es cultural, porque yo acá tengo amigas muy íntimas, algunas se han muerto, por eso siempre hay que tener amigas jóvenes (se ríe).
-¿Y qué le aconsejarías a esas familias que vienen de Argentina a Madrid y sufren un poco por esto?
-Al principio sufrí muchísimo… lloré mucho, hay que decirlo. Pero me siento bien acá, estoy muy arraigada, volver no es una opción, ni siquiera al principio. Cuando vine eran épocas de cartas, porque no se podía ni hablar por teléfono, no levantabas el tubo y hablabas… había que pedir la comunicación y tardaba un tiempo, era tremendo. Ahora no tienen ni idea a los chicos lo que es la comunicación, es una maravilla. Yo lo que extraño es a la gente de Argentina, pero me ayuda mucho el móvil, las fotos, el poder hablar. Y pienso lo que debe haber sido para la generación de inmigrantes españoles que fueron a Argentina, sin poder comunicarse.
– ¿Y cómo te convertiste en la “Señora Dulce de Leche? Y nada menos que Chimbote…
– Mi hijo Gonzalo siempre me decía: no puede ser que en Europa no se coma dulce de leche. Y un día me dijo “Mamá, yo me voy a Francia a fundar la fábrica de dulce de leche”, su mujer es francesa de una zona del norte donde la leche justamente tenía las propiedades especiales para un buen uso de leche, porque se hizo todo un estudio de cómo debería ser y ahí se radicó la fábrica de dulce de leche, en Vervins.
Y hoy tenemos una fábrica de 5400 m2, y el dulce de leche muy aceptado, fuimos los pioneros. Y lo digo porque fue un trabajito desde acá y desde allá, yo daba degustaciones…y un día creció.
-¿Cómo sucedió?
-Mi primer gran cliente aquí en Madrid fue El Corte Inglés y no fue nada fácil, porque El Corte Inglés hace un análisis de todos sus productos, creo que por poco me piden a mí una radiografía y análisis de sangre. Pero para mí fue espectacular, porque cuando me presentaba y decía que le estaba vendiendo al Corte Inglés, sabían todos los de los supermercados que ya había pasado todos los exámenes.
Ahora tenemos distintos nombres, por ejemplo estamos con una marca que es Gusto Argentino y tuvimos Chimbote, que era famoso en Argentina. Mercadona es el gran vendedor de Chimbote.
-¿Qué le dirías a una argentina en Madrid que quiere emprender?
– Yo creo que aquí hay muchas posibilidades y la mujer argentina es muy creativa, hay muchas cosas para hacer. Yo me acuerdo que cuando empecé con las flores nadie lo hacía, por eso hay que hay que animarse a emprender.
Hay que tener ganas y fuerza, y sobre todo no descorazonarse por las primeras cosas que no salen tan bien como una esperaba. Hay que ser optimistas. No hay que desanimarse.
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